lunes, 24 de octubre de 2011

La Batalla del Llano de Leciñena



Entre 1808 y 1814 la guerra de la Independencia asoló el territorio aragonés en diversas fases. Durante estos años la guerrilla constituyó un modo de vida que recordaba la larga tradición del bandolerismo rural aragonés. La guerrilla creó un clima de terror e inseguridad entre las tropas invasoras y alcanzó celebridad en Europa por su novedosa y efectiva forma de combatir. Cuando acabo la guerra muchas de estas partidas se convirtieron en auténticos bandoleros. Los guerrilleros no podian volver a sus lugares de origen, donde les aguardaba el hambre, la miseria o represalias.

A finales de 1808 y en los primeros días de 1809, en las proximidades de Alcubierre se organizó un Ejercito Auxiliar con tropas dispersas y voluntarios reclutados por Felipe Pertena, Teobaldo Rodriguez y Juan Pedrosa en el Alto Aragón. Su objetivo era romper el segundo Sitio de Zaragoza. En la sierra se prendieron hogueras visibles desde Zaragoza. Los franceses, temerosos, decidieron acabar con este ejercito, cuyo cuartel general habían instalado en el santuario de Nuestra Señora de Magallón. Finalmente, el 24 de enero de 1809 unos diez mil franceses asaltaron Perdiguera y derrotaron a los aragoneses en el llano situado entre Leciñena y Perdiguera.

Perena cometió el error de aceptar el combate en campo abierto contra un ejercito mucho mas numeroso y mejor adiestrado. Las valerosas tropas aragonesas fueron arrolladas y dispersadas, dejando mas de quinientas victimas en el terreno. A continuación comenzó el asalto e incendio del santuario y saquearon Leciñena. Dos días después comenzaba el gran asalto a Zaragoza.

Entre 1810 y 1811, un antiguo contrabandista, Anselmo Alegre, apodado el " Cantarero de Monzón ", dominó con sus correrías la sierra de Alcubierre, desde Leciñena hasta Sena. En noviembre de 1809 atacó un destacamento francés en la sierra de Alcubierre, capturando a 12 soldados y 24 caballerías. Los franceses pondrían fin a sus pillajes al ser sorprendidos en la llanuras de Villanueva de Sigena.

Las tropas francesas trataban a los guerrilleros como bandoleros y realmente algunos lo habían sido. De hecho, según el Reglamento de Partidas, a los bandoleros y contrabandistas que se presentaban con sus cuadrilla se les perdonaba el delito cometido.


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